Una unión monetaria que cubriera toda América Latina representaría alrededor del 5% del PIB mundial. Por comparar el euro, abarca alrededor del 14% del PIB mundial cuando se mide en términos de dólares. Pero esta aspiración, coinciden los economistas a nivel mundial, carece de fundamento ya en su origen.
"No tendría ningún sentido que un país como Brasil, que tiene una inflación del 5,8% y 330.000 millones de dólares de reservas internacionales, vinculara su destino monetario a un país que incurre en impagos en serie como Argentina, con una inflación del 95% anual y menos de 10.000 millones de dólares de reservas internacionales netas", argumenta Thierry Larose, gestor senior de la firma Vontobel.
Si bien no sea la primera vez que Brasil y Argentina se han sentado a hablar de una moneda común, las conversaciones fracasaron en el pasado debido, sobre todo, a la oposición del banco central de Brasil. Pero el antecedente histórico que más podría aproximarse a la idea de "Sur", que es como han bautizado Argentina y Brasil a su moneda, es el Sucre, un acrónimo en español que significa "Sistema Unificado de Compensación Regional". Fue propuesto inicialmente por Cuba para facilitar el comercio transfronterizo entre los países "bolivarianos" (Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela).
Lo que nos dice la historia sobre los intentos de América Latina de tener una moneda común es que todos los intentos murieron en la orilla y casi todos cumplieron el mismo patrón: éxitos en su etapa inicial para pasar a una fase en la que la idea se va desdibujando hasta perderse. Mercosur y Unasur también lo intentaron. Hay obstáculos políticos, económicos y sociales, pero por encima de todos ellos sobrevuela uno de más peso: la integración.

"En América Latina no todos percibimos el valor neto de la integración. Queremos cosas distintas. México está integrado con Estados Unidos, Uruguay está pugnando por tener acuerdos de libre comercio, igual que Chile, igual que Ecuador", dice el profesor Batteleme. "Y luego tenemos a Argentina, que no quiere ningún tipo de acuerdo de libre comercio. Al no tener los medios para poder pagar, no podemos importar. La mirada ahora es que tenemos que vivir con lo nuestro".
Entonces, ¿por qué Lula apoyó a Alberto Fernandez en esta "aventura" del Sur? Las razones, según Batteleme, se enmarcan en el contexto de la salida de Jair Bolsonaro al frente de Brasil y la llegada del líder de izquierda Luis Inácio Lula da Silva a la presidencia. "Lula hizo una declaración políticamente correcta dándole a Alberto Fernández lo que necesitaba en términos de ganar confianza en los mercados", dice Batteleme.
"Y el mensaje que lanza Lula es esta idea de que una América Latina no unida, sino alineada detrás del liderazgo de Brasil le da el estatus suficiente para hablar de igual a igual con Estados Unidos, con Putin, con Xi Jinping, y que Brasil vuelva a ganar esa estatura. Se presenta como el estado clave de la región". Quizás la idea de una moneda común sea demasiado ambiciosa, pero hay una intención de mostrar al mundo que Brasil tiene espíritu de cooperación regional, opina Batteleme.