Desde 1997 es obligatorio reciclar el plástico en la mayor parte del mundo, pero ¿sabías que tan solo un misero 9% del plástico se recicla en realidad? Y no es porque no queramos hacerlo. De hecho, muchos de nosotros separamos el plástico y lo tiramos en los contenedores amarillos que, desde entonces, han proliferado hasta en el último rincón del planeta. Si los ciudadanos se toman la molestia de separar el plástico del resto de residuos, si los municipios hacen una colecta diferenciada de los mismos… ¿Por qué, entonces, no se recicla el plástico?

El principal fallo del sistema es que nunca nos dijo nadie que antes de tirar el plástico al contenedor amarillo debíamos “lavarlo”. El plástico “sucio”, como el de envolver que contiene restos de la comida que contenía, es tan difícil de reciclar que la mayor parte de las empresas de reciclaje lo separan del resto de los plásticos y, arruinando todo el proceso, lo tiran directamente a los vertederos, enterrado en algún lejano país asiático dispuesto a “comprar” los residuos de plástico sucio o incinerado. En cualquiera de los tres casos causando un enorme impacto ambiental e incluso político como cuando en 2017 China se negó a aceptar la importación de más plástico “sucio”. ¿De qué sirve entonces que cada uno de nosotros lo haya separado y tirado en un contenedor especial si acaba en el vertedero con el resto de la basura?

La tecnología iba años luz por detrás de la conciencia ciudadana. Cuando ya todos estábamos concienciados de la necesidad de reciclar el plástico nadie se tomó la molestia de poner a punto un método con el que limpiar fácilmente los restos de otras sustancias que, como la comida, dificultaban el proceso de reciclado del plástico. Peor aún, a nadie se le ocurrió que era necesario advertirnos de que debíamos lavar el plástico antes de separarlo, y con ello facilitar su reciclado. Y eso sin hablar de las bolsas de plástico del supermercado que, antes de su prohibición en 2019, inocentemente tirábamos con el resto del plástico, inconscientes del hecho de que es un plástico que no se puede reciclar.

Pero no es cuestión de buscar culpables, sino más bien de buscar una solución. Por fortuna, hoy la situación ha cambiado por completo. Ese 91% de plástico que ninguna empresa conseguía reciclar ya no es un reto desde que empresas como la israelí Alkemy han puesto a punto métodos de reciclaje del plástico donde ya no es necesario separar, ni tan siquiera limpiar, el plástico “sucio”. La opción utilizada por Alkemy permite la producción de plásticos reciclados usados como sellador en la construcción de túneles, carreteras, estadios e instalaciones militares, entre otras muchas aplicaciones aún por descubrir.

Cuando antes limpiar el plástico era un enorme problema ambiental y económico para las empresas de reciclaje, Alkemy ha sabido transformar la tecnología para adentrarse en un mercado estimado en más de 100 millones de dólares anuales usando directamente el plástico sucio y ahorrándose los procesos de clasificación, separación y modelado del plástico. Ahora que no solo tenemos la tecnología disponible sino además un mercado de gran potencial para utilizar los plásticos reciclados no hay excusa para seguir acumulando plásticos en nuestros vertederos. ¡Dile por fin adiós al plástico sucio!