La presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, y el primer ministro británico, Rishi Sunak, han conseguido cerrar un acuerdo, si bien escurridizo y no exento de polémicas, sobre Irlanda del Norte. Dicho acuerdo viene a solventar el último gran escollo a la hora de implementar el Brexit tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea, aliviando con ello la tensión existente entre ambas regiones.
En este sentido, el nuevo pacto acordado dentro del nuevo “marco de Windsor” preserva el delicado equilibrio que existía tras el acuerdo de paz de Viernes Santo, firmado con el IRA en 1998 al proteger tanto las aspiraciones como la identidad de los habitantes de Irlanda del Norte. Así, el acuerdo firmado entre Ursula von der Leyen y Rishi Sunak reduce los controles aduaneros establecidos tras el Brexit, permitiendo los intercambios comerciales sin que exista una frontera dura entre la República de Irlanda, perteneciente a la Unión Europea, e Irlanda del Norte, perteneciente al Reino Unido. De esta forma, se preserva el requisito indispensable acordado en Belfast el 10 de abril de 1998 de acuerdo al cual no existirá fronteras físicas en la isla de Irlanda, evitando de este modo que se vuelva a los años del sangriento conflicto que enfrentó entre 1968 y 1998 a la mayoría de unionistas protestantes, partidarios de preservar los lazos con el Reino Unido con los minoritarios republicanos, partidarios de la independencia de Irlanda del Norte o de su integración como una provincia de la República de Irlanda.

El acuerdo alcanzado entre los máximos mandatarios de la Unión Europea y el Reino Unido, de esta forma, contribuye a perpetuar el ambiente de antes del Brexit, donde la venta de bienes y servicios entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda se realizaba con pocas restricciones, pues ambos territorios formaban parte del mercado común europeo y seguían las mismas normas comerciales. Dicho acuerdo era necesario considerando que ninguna de las dos partes quería que los controles comerciales instaurados tras el Brexit afectasen a la frontera entre las dos Irlandas, al temer que la presencia de puestos fronterizos y cámaras pusieran en peligro el acuerdo de paz de Belfast.
Para salvaguardar los requisitos exigidos por el Brexit y, al mismo tiempo, mantener la libertad de movimiento de bienes y servicios entre ambas Irlandas, la aduana se ha establecido en el mar que separa las islas de Irlanda y Gran Bretaña. Así, la nueva burocracia que implica el Brexit tendría lugar en los puertos de Irlanda del Norte y, una vez que los productos del Reino Unido pasasen todos los trámites en el puerto, podrían moverse libremente por toda la isla.
Los unionistas de Irlanda del Norte, no obstante, han rechazado el acuerdo. En su mayoría partidarios del Brexit, han visto cómo se ha implantado una suerte de frontera dentro de su propio país, separando a Irlanda del Norte del resto del Reino Unido, para evitar instalarla donde, a su juicio, debería estar; es decir, entre Irlanda del Norte e Irlanda. Su oposición ha generado inestabilidad política en Irlanda del Norte e incluso desatado algunos conatos de violencia como el ataque contra el inspector de policía John Caldwell, tiroteado en Omagh por el “Nuevo IRA” y que tuvo que ser hospitalizado.
Tanto Sunak como Von der Leyen recordaron el pasado lunes 27 de febrero al agente Caldwell en el inicio de su rueda de prensa conjunta, manifestando, sin mencionarlo expresamente, su preocupación ante las nefastas consecuencias de la inestabilidad creciente en el territorio.