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Manifestación cívica vs patraña de marcha

En el artículo anterior les informamos de cómo diversas instituciones privadas, , defensoras de la autonomía del Estado y de la Democracia, habían convocado una manifestación para proteger al Instituto Nacional Electoral (INE). Según las cifras de Google, más de 800.000 personas respaldaron la manifestación tan solo en la capital, Ciudad de México. Sorprendentemente, estas personas, quienes se sumaron orgánicamente a la convocatoria fueron respaldadas por acciones similares en diversas ciudades en toda la República, más de 60, lo que hace un estimado de asistencia global de alrededor de 2 millones de personas.


Esta manifestación hirió el amor propio del gobernante y el miércoles 16, convocó a una marcha para realizarse el domingo 27 de noviembre. Esta marcha, catalogada como un desquite de venganza, de desahogo y de coraje, más aún si se considera que apenas a principio del año, López Obrador se comprometió a renunciar a la presidencia si llegara el día en que se organizara una manifestación de sus “rivales” que alcanzara los 100,000 asistentes. Por supuesto, esta sólo fue una más de sus 86,000 mentiras, falsedades, engaños o aseveraciones difíciles de comprobar que ha acumulado a lo largo de estos 4 años que lleva de gobierno. Una cifra increíble, pero 100% sustentable.



Sacando parámetros comparativos reales, el resultado se puede calificar como un desastroso fracaso para este presidente. Si bien es cierto que el total de asistencia fue un 50% superior en este desfile (que no manifestación), esta diferencia está sustentada en el soborno y la gratificación a los asistentes. Así, más de 1700 autobuses rentados en todos los Estados de la República "acarrearon” a una gran parte de los asistentes, a quienes se les ofreció comida, hotel y una gratificación que fluctuó entre los 300 y 1000 pesos diarios (entre 15 y 20 dólares). No solo eso, sino que además se les amenazó con cortarles su contrato laboral con los gobiernos o suspenderles concesiones a aquellos que tienen un puesto en un mercado o algún contrato de servicio con el gobierno.


Por el contrario, la gente que acudió a la manifestación llevada a cabo el domingo 13 de noviembre participaron de una manera libre y espontánea y obedeciendo a la reflexión personal del peligro que corre la democracia del país en el caso de que se elimine el INE o se hagan variantes a modo para que este organismo, hasta ahora autónomo e independiente, pase a formar parte de una secretaría de estado en la que evidentemente se sujetaría a los lineamientos de la autoridad que dependiera.


Sin duda, lo que más destaca es que, finalmente, la sociedad, que se quejaba en el anonimato, por fin salió a desahogar su reclamo contra este sátrapa y su runfla de rufianes que integran el gobierno actual en su conjunto. Y aunque existe un gran encono contra Andrés Manuel López Obrador, el reclamo no se perdió en este sinfín de errores del actual gobierno, sino que se orientó fundamentalmente en la defensa del INE. “El INE no se toca” destacaban las arengas de un pueblo cansado de mentiras, despilfarros, corruptelas, ofensas, nepotismo, indiferencia a las necesidades del pueblo y varios etcéteras más.


Lo valioso de esta postura es el reconocer que la elección del gobierno actual fue, indudablemente, el resultado de una política democrática en la que el “ungido” mostró su incapacidad de aprovechar esa enorme popularidad que le precedió para convertirse en el más grande traidor de México desde la época de Antonio López de Santa Anna, el vendepatria. Y es que este circo, llevado a cabo el pasado domingo 27, se califica como una desastrosa derrota para el gobierno de López Obrador. Esta fiera ambiciosa nunca se había enfrentado a una manifestación contraria en toda su vida.


Su equívoca reacción fue responder con una pseudo manifestación de poder que ya vimos cómo está sustentada, en lugar de sentarse como se pretendería de un político inteligente con este grupo disidente y tratar de llegar a una respuesta que satisficiera a ambas partes. Pero la ceguera de este deleznable ser le impide ver más allá de sus intereses personales o, peor aún, de perder sus compromisos con fuerzas superiores no identificadas. ¿Comunismo internacional? ¿Delincuencia organizada, dígase narcotráfico? ¿O qué otros intereses oscuros pudieran ser? Lo que es imposible evadir es que estamos frente a un presidente inepto.

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