Había una vez un hombre que vagaba por las calles, su aspecto era desagradable, sus ropas viejas y rotas cubrían su cuerpo flaco y descuidado. Predicaba su gran fe en Dios, a todos les decía: -¡Mi Dios me salvará! Este es mi destino.
En una ocasión pasó un buen hombre y le dijo: -¡Ven conmigo, yo te doy trabajo! Con lo qué ganes tendrás para comer y vestir. -¡No gracias, mi Dios me proveerá! Ese es mi destino.
Hubo un día que llovió fuertemente, el hombre enfermó de pulmonía, porque toda la noche durmió a la intemperie. Una enfermera, lo escuchó toser fuertemente y le dijo:
-¡Buen hombre, voy en camino a mi trabajo, porque no me acompaña y le pediré a un doctor, amigo mío, que lo atienda, se ve usted muy mal, parece que tiene fiebre.

Ese es mi destino. Contestó muy suavemente, ya casi en agonía. La enfermera se retiró sin insistir más.
Uno o dos días después el vagabundo se encontraba realmente delirante, la muerte lo acechaba cuando dijo: -¡Señor yo siempre he creído en ti!, ¿por qué me has abandonado?. Fue lo último que dijo antes de morir. Cuando llegó frente al creador le preguntó nuevamente: Señor yo siempre prediqué tu existencia, siempre creí en ti ¿por qué me abandonaste a mi suerte?.
-¡Yo nunca te abandoné!, te envié ayuda con muchos a tu paso y no la aceptaste, te envié a un buen hombre que te ofreció trabajo y lo rechazaste, te envié una enfermera para que te atendieras y negaste su ayuda.
“Tu forjaste tu propio Destino”
Dios provee todo lo que está a nuestro alrededor, es necesario luchar por vivir mejor, nada se nos dará sin esfuerzo alguno, nosotros somos los arquitectos de nuestro destino.
Si tu no estás aquí
De niña me visitabas tan poco, que tu ausencia era ya una costumbre que no me perturbaba la calma, pero al tener responsabilidades, tu presencia se me fue haciendo casi indispensable. Siempre pensé que yo no sería jamás una interesada, sin embargo, ahora puedo comprobar que no es así, que tus constantes huidas; lejos de fortalecerme me hicieron vulnerable, susceptible a la desgracia, a la tristeza constante, a la falta de sueño, de seguridad y de confianza.
Ahora que creí logré superar tu ausencia, compruebo que me haces tanta falta, que no puedo diseñar mi futuro, que no puedo ni disfrutar mi presente, porque vuelvo a necesitarte para alcanzar mis sueños, para vivir un poco. Sin ti se pierden las ilusiones, se frenan los deseos, todo se mantiene estático e inerte. Si tú no estás aquí, la sólo idea de no tenerte me enloquece, lo más querido, lo más sagrado se pierde de angustia y dolor. ¡No puedo estar sin ti! aunque no lo quiera admitir, aunque me engañe y quiera consolarme con todo a mi alrededor.
No conformarme con nada, eres tan especial, tan indispensable en mi vida.
¿Quién te detiene a la distancia?, ¿quién te tiene siempre y ni siquiera te puede gozar?, porque estoy segura que estás sin estar. Te tienen a oscuras sin adivinar lo que vales, sin saber que puedes y tienes el valor de hacerme feliz.
En mis noches sin sueño te pienso, te recuerdo con melancolía, pienso que puedes arrancarme una sonrisa, que tienes el poder de ayudarme a disfrutar de mis éxitos, a gozar de mis aciertos. Con tu sola presencia, fincaría un plan para atesorar mis ilusiones.
Mas desde hace tiempo tus ausencias se hacen más largas, tus llegadas esporádicas, breves y son tan pocas, como tu presencia efímera e improductiva. Me haz castigado con tu indiferencia, con tu llegada tardía, pero si tú no estás aquí, no entiendo ni encuentro la forma de vivir.
Las oportunidades se niegan, las ofertas se cierran, no hallo tu puerta, tu encuentro, ya no sé cómo llamarte, como acercarme a tu consideración, a tu favor, a ser parte de uno siendo dos; mis esfuerzos han sido en vano, mi trabajo pesado y mi vida un caos.
Ya deja de hacerme sufrir, si no te valoré un día, comprende que “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”, que en mi mente estás, a cada momento a cada instante te siento cerca y lejos a la vez, pero en cada uno me tienes presa, hasta lograr que no pueda ni respirar después de cada suspiro, de imaginarte entre mis manos, diseñando una vida a tu lado, que quiero que vengas y te quedes, que no me dejes por siempre.
Vives en mí y es inevitable necesitarte, ahuyentas mis penas, me arrancas un sueño. A tu recuerdo constante respiro, pero vienes como un huracán que arrasa, que arrebata, que no se mantiene quieto, que se va tan rápido.
Si tú no estás aquí, no puedo ni quiero vivir, me consuelo en tu ausencia, me lleno de valor y me engaño a cada día, quiero sustituirte por gente, por seres queridos, por eso que llaman importante y perenne, pero nada se siente, eres la energía que necesito en mi hogar, para que el motor funcione, para que todo esté en su lugar, para que deje de ser vacía mi vida.
Tu caricia tan fría, parece innecesaria, hasta un poco indeseable, pero no lo es tanto, cuando permaneces un tiempo, todo vuele a brillar, se puede soñar cuando despierto se está. Tal vez seas indiferente, quizás no tengas sentimientos, pero eso no se podría saber, tan sólo sé que brindas paz, tranquilidad y confianza.

La dicha que parece impredecible, que no se anuncia, que está a tan corto espacio; pero tú, que no esperas nada, que aguardas, que duele cuando te vas, no le prestaba mayor atención. Ahora todo cambia, después de tantas noches en vela, descubro que te necesito más que antes, que reconozco tu importancia, que me dueles tanto.
Que aunque no lo acepte, todo mi trabajo es con el fin de hacerte llegar, de tenerte aunque sea a momentos, de que no te vayas más de mi lado o que tan sólo regreses pronto a mi llamado. Si tú no estás, nada es igual, se acaban las esperanzas.
Si tú no estás y tardas en regresar, no es culpa mía tu ausencia, ya nada importa, todo se detendrá y así quedará por siempre el sueño eterno de alcanzarte un día.
Cuidarte a mi lado, mantenerte constante y saber que seré feliz disfrutándote con los míos, compartiéndote con todos, pero siempre con la conciencia de que eres importante al fin. Que te necesito junto a mí, aunque todos me llamen interesada, aunque no me comprendan y me juzguen equivocadamente, yo te habré de cuidar y aprovecharte al máximo.
Después de este doloroso letargo sabrás que ya eres parte de mi vida al igual que el mejor de los amigos. Ya no hay más por decir, no encuentro palabras, me siento cansada, nada tiene sentido si tú no estás aquí. Pero tengo la esperanza que muy pronto volverás para verme sonreír y alejar de mi mirada esa tristeza, esa angustia de madrugada, ese sabor de soledad cuando rodeada de gente se está y todos podrán envidiar tu llegada, adivinaran tu estancia, se reflejará tu compañía cuando comparta con todos que te tengo en armonía.
Hasta pronto, te saludo ahora, hasta siempre, esperaré que te dignes a quedarte en mi morada. Eres bienvenido, aunque no creas que te ame, tienes un lugar especial en mi hogar, digno encanto de fe y esperanza.
Gracias amigo mío por entender mi añoranza, por saber que te necesito y pronto estarás de nuevo acariciando mis manos vacías, manos cansadas por el trabajo pasado, por sentirse abandonadas, por esperar que las estreches con agrado y las acompañes para no irte jamás, GRACIAS anticipadas, gracias de Nuevo, gracias… Amigo mío “Don Dinero”