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Nevada de plástico en los Alpes... ¿Qué hacer con este desastre ecológico?

Pudiera parecer un círculo letal en el que se está envolviendo a la humanidad por efecto de sus propias acciones. Hasta ahora se ha hablado de la contaminación de las aguas, mares, ríos y océanos en mayor o menor grado. ¡Todos están contaminados por plásticos! El efecto es devastador sobre la fauna. Especialmente si nos fijamos en la tierra, donde los plásticos hacen acto de presencia hasta en los rincones más apartados, inhóspitos e inimaginables.

Pero… ¿Cómo llegan hasta allí si no podemos hacerlo los humanos? El viento deposita plásticos de todos tipos y en todos lados. Plásticos que en su origen fueron envases u objetos de uso común para el ser humano surcan mares, ríos o desiertos, hasta que son atrapados por un animal salvaje o caen olvidados en un rincón intransitable.


Y de eso especialmente queremos hablaros ahora… Un tema que pudiera ser extraído de una novela kafkiana. Es inaudito, sobrecogedor y ensombrece nuevamente la viabilidad de la vida humana y de cualquier ser viviente.


Resulta ser que, por efecto de la degradación de los plásticos o de la emanación de residuos en la fabricación de plásticos, se generan nanopartículas plásticas. Su ligereza y características fisicoquímicas hace que estas nanopartículas puedan forman sistemas coloidales que surcan los aires y tienen la posibilidad de que por efectos del viento, puedan dispersarse a más de 2,000 km de distancia de su lugar de emisión, por lo que el problema de la contaminación con nanopartículas de plástico se convertiría en un problema global según ha demostrado un estudio reciente.


Esto es lo que acontece en fenómenos como las nevadas de plásticos en los Alpes estudiadas por un grupo de investigadores del Swiss Federal Laboratories for Materials Science and Technology (EMPA), la Universidad de Utrecht y el Instituto Central de Meteorología y Astrofísica de Austria dirigido por Dominik Brunner. Las últimas mediciones realizadas sugieren que se depositan alrededor de 3000 toneladas de nanoplásticos en este país cada año.

Lo grave es que el ojo humano no puede percibir los nanoplásticos al tratarse de partículas de dimensiones inferiores a los 100 nm. Estas partículas en suspensión se unen a las partículas sólidas que, como el PM0.1, el PM1, el PM2.5 y el PM10 contaminan nuestra atmósfera. De igual modo, al tener un tamaño inferior a las 10 micras pueden atravesar directamente nuestro sistema respiratorio y alcanzar fácilmente los alveolos de nuestros pulmones, con lo que podrían causarnos graves problemas de salud, especialmente en personas que como las asmáticas, tengan una mayor sensibilidad a sufrir de inflamaciones respiratorias.


Aún no sabemos con exactitud el volumen total de microplásticos y nanoplásticos que permanecen en suspensión en el aire y el que se deposita en la tierra ni sabemos cuántos nanoplásticos de los que se encuentran acumulados en los océanos y los mares se dispersan en el ambiente cuando las olas chocan contra peñascos o barreras en la orilla.

Lo que sí sabemos es que, de seguro, la cantidad de nanoplásticos en nuestro entorno crece vertiginosamente, especialmente si consideramos que algunos científicos estiman que, desde su invención hasta la fecha, se han generado más de 8300 millones de toneladas de plástico en todo el mundo, de las cuales aproximadamente el 60% son ahora residuos.


La solución a este problema de las partículas ya emitidas, aún no se tiene, lo que nos queda es no seguir produciéndolo y esto se logra en dos vertientes:

  • Dejar de consumir productos que tengan plásticos en sus envolturas

  • NO usar utensilios desechables

  • Asegurar el reciclaje de aquello que no podemos evitar su consumo preparando útiles cajas decorativas para almacenar todo tipo de objetos como os contamos aquí.

Debemos caminar en el cambio de la cultura del plástico, regresar a lo que era la sociedad hasta antes de la aparición de esto que ahora es un lastre para la sociedad y preocuparnos por lo que estamos dejando a las generaciones futuras. Recuerda... ¡reciclar el plástico vale millones!

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