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¡Qué rabia!

El 28 de septiembre celebramos el Día Mundial de la Rabia. La Organización Mundial de la Salud eligió esta fecha tan significativa al coincidir con el aniversario del fallecimiento de Louis Pasteur, quien descubrió la primera vacuna contra la rabia y nos permitió soñar con que algún día podamos finalmente vencer a tan temible enfermedad.


Como en el caso de tantas otras enfermedades, la lucha contra la rabia representa la lucha por la supervivencia de la humanidad. Y es que la rabia es una de las enfermedades más antiguas que se conocen, apareciendo descrita por primera vez en el Código Eshuma (Babilonia, 2300 a.C.), donde ya se asocia su transmisión a los arañazos o mordeduras de un animal enfermo.


Con una tasa de mortalidad cercana al 100% si no se actúa a tiempo, la rabia humana causa decenas de miles de muertes al año y cuesta más de 8600 millones de dólares anuales al sistema de salud mundial. La rabia es endémica en más de 150 países distribuidos en todos los continentes, siendo las zonas más afectadas Asia y África. Por ello, y aún a pesar de que muchas veces se la considere una “enfermedad olvidada”, está aún muy lejos de estar bajo control a pesar de los múltiples esfuerzos llevados a cabo.


La lucha contra la rabia

El virus causante de la rabia, el Rhabdoviridae, puede afectar a todos los mamíferos, ya sean terrestres, acuáticos o aéreos, infectando a animales tan variados como los murciélagos, zorros, mapaches, mofetas, chacales, mangostas, lobos, perros, gatos, hurones… quienes pueden actuar como vectores en su transmisión a los humanos.

Rhabdoviriae puede tener múltiples huéspedes
Rhabdoviriae puede tener múltiples huéspedes

De todos ellos, los animales que suponen un mayor riesgo para los humanos son los perros y murciélagos, quienes representan el 99% de las transmisiones a humanos. Es por ello por lo que la principal estrategia para alcanzar el objetivo de salud de “0 muertes por rabia humana para el 2030” establecido por la OMS el pasado 28 de septiembre de 2017 se centre en la prevención de la rabia canina.


El tratamiento más comúnmente utilizado para tratar a las personas enfermas de rabia hasta la aparición de las vacunas consistía en cauterizar la herida tras la mordedura o arañazo, ya fuera por acción del calor o por la adición de compuestos que, como el mercurio, creasen una barrera protectora que impidiese al virus de la rabia penetrar al cuerpo. Aún a pesar de ser un método eficaz para la contención de la enfermedad si se aplicaba dentro de las primeras horas, en la mayor parte de los casos cuando se cauterizaba la herida era ya demasiado tarde y la enfermedad resultaba letal e incontenible.


Bouchandt fue el primero en sugerir la posibilidad de inocular el virus de la rabia influenciado por los experimentos de Edward Jenner y Louis Pasteur sobre la inoculación de la viruela. Pero fue Pasteur quien en 1881 y tras varios procesos de inoculación del virus en macacos, logró una atenuación suficiente del virus como para poder inoculárselo con seguridad a perros sanos a modo de vacuna. Cuatro años más tarde, el 6 de julio de 1885, la aplicó por primera vez con éxito a una persona que había sido mordida por un perro enfermo. Las sucesivas modificaciones de la vacuna llevadas a cabo por Roux (1887), Calmette (1891), Fermi (1908) y Semple (1919) permitieron la producción de una vacuna antirrábica a gran escala y lo suficientemente estable como para transportarla donde fuese necesario. ¡Nuestra batalla contra la rabia estaba a punto de dar un giro de 180 grados! ¡Una enfermedad antes letal ahora había disminuido su tasa de mortalidad a menos del 2%!


Sabiendo que el perro era el principal vector en la transmisión de la rabia a humanos, el procedimiento a seguir estaba claro: había que vacunar a los perros si queríamos protegernos eficazmente de la rabia. Con la producción a gran escala de vacunas contra la rabia, los diversos países asolados por la enfermedad fueron poco a poco aprobando leyes a favor de la vacunación obligatoria de los perros, que posteriormente extendieron a otros animales como los gatos y los hurones. Según dichas leyes, los perros debían someterse a la vacunación antirrábica a los 3-4 meses del nacimiento para posteriormente someterse a una revacunación anual o bianual.


Estas leyes, aún en vigor en casi todos los países donde la rabia es endémica, han permitido cambiar radicalmente el panorama. Así, por ejemplo, la aprobación de leyes como la Norma Oficial Mexicana NOM-011-SSA2-2011 para la Prevención y control de la rabia humana y en los perros y gatos de 8 de diciembre de 2011 ha permitido a México ser el primer país en eliminar completamente las defunciones por rabia humana transmitida por perros en 2019.


¿Lograremos alcanzar el objetivo de “0 muertes de rabia humana” en 2030? La vía para lograrlo está clara. ¡Hagámoslo! Si tienes un animal doméstico pídele a tu veterinario que lo vacune contra la rabia. ¡Protegiéndole a él te proteges tú!


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