Nunca como ahora se ha evidenciado la tremenda vulnerabilidad que como seres humanos tenemos frente a los embates de las enfermedades. A pesar de los avances científicos, nuestra vida está siempre amenazada con dichas enfermedades. El COVID ha contribuido grandemente en poner en evidencia, de una manera muy dramática, nuestra tremenda fragilidad. Nuestra lucha diaria por obtener una estabilidad económica que garantice el futuro de nuestros hijos, de pronto resulta que todo ese esfuerzo se vuelve infructuoso, porque nunca previmos vernos envueltos en esta realidad del Coronavirus y del avance de varias enfermedades que parecieran estarle ganando la carrera al indudable desarrollo científico que sin duda alguna, están llevando a cabo las grandes empresas y laboratorios de desarrollo de medicamentos.

Pero esta realidad recrudecida por los embates de esta pandemia, siempre ha sido amenazada por la presencia de enfermedades que aunque siempre presentes y que sigilosamente, en forma imperceptible e indeseable, se hacen presentes, ni siquiera las tomamos en consideración. Enfermedades cardiovasculares, pulmonares, intestinales, así como demencias, diabetes, etc.; han atacado permanentemente al ser humano y ni qué decir de accidentes en general y particularmente de tránsito.
Y por si fuera poco, la “modernidad” nos ha alcanzado también en el tema de la inseguridad. El número de personas fallecidas a causa de actos violentos, se ha disparado de una manera muy impresionante y diera la impresión que nadie está a salvo de estos embates indeseables del destino.
Todo este dramático entorno, no debiera ser para deprimirnos o aislarnos, porque si con esta pandemia algo nos ha quedado claro, es que el aislamiento no soluciona ninguna de estas causas de muerte; por el contrario, el número de accidentes en el hogar también se ha incrementado, en forma indeseable y entonces, la búsqueda debiera estar enfocada para encontrar algo que nos proporcione al menos algo de tranquilidad y seguridad en que lo que estamos haciendo mantendrá su valor económico a futuro, superando las adversidades de cualquier enfermedad o cualquier acto de violencia.

Ante esta triste y diría dramática realidad, lo único que nos puede generar cierta tranquilidad, es la prevención. Nunca como ahora, ha cobrado tanta relevancia el poder garantizar una tranquilidad económica futura.
Ya no basta con tener una atención médica otorgada por el gobierno, debido a que ésta no cubre todas las enfermedades. El tener asegurada una atención médica ante cualquier enfermedad que nos llegare a afectar y que cubra todos los requerimientos que demanda un tratamiento médico digno, así como los gastos que se requieren para una estabilidad económica de la familia durante la etapa de convalecencia y más aún, ante la eventualidad de un desenlace fatal, se hace absolutamente indispensable.
El principal objetivo que nos motiva para obtener un seguro es el proteger económicamente, a nuestra familia en el corto, mediano y largo plazo. Ante una eventualidad como cualquiera de las mencionadas, quedaría satisfactoriamente resuelta, por la acción de un plan de seguro bien planeado.

Por supuesto que esta acción no nos dará la inmunidad a la enfermedad o al accidente o a la inseguridad, pero si nos generará la tranquilidad de que nuestra familia podrá mantener la estabilidad económica que buscamos con el esfuerzo desplegado en nuestro trabajo y que se mantendría inalterable a pesar de nuestra ausencia.
Un seguro ni inmuniza ni substituye al ser querido, pero alivia y tranquiliza el futuro mediato e inmediato de la familia. ¿No sabes cuál escoger? ¡Visita la página de SH Seguros y Fianzas para conocer su amplia variedad de seguros y disfruta de una vida tranquila!