Salvador Fraire Ramírez

Un día cansado de la rutina diaria, agotado, decidí vender mi parcela, mi casa, todo.
Todo con lo que había crecido al lado de mis padres, ya fallecidos.
Desde niño crecí trabajando la tierra junto a mi padre, lo que fue mi herencia, la parcela, la casa y todo. Siendo hijo único no tuve problemas.
Mi vecino era un agente de bienes raíces. Era el más solicitado de la zona por ser muy competente en las ventas. El vendería con facilidad , le puse al tanto de que quería vender todo y aceptó.
Dijo: "¡Voy a poner un gran anuncio en las redes sociales!"
El anunció decía.
"Vendo un pedacito de cielo, mi parcela, mi casa.
Todo está adornado con verdes sembradíos
Al pie de las verdes montañas, con sus lagunas de aguas cristalinas, y dos ríos con el agua más
pura que hayas visto"
El agente puso el anuncio. Tuvo que salir fuera de la ciudad un tiempo y al regreso fue a visitar a su vecino, al que creyó ya no encontrar, suponiendo que ya se había vendido lo que él puso en el anuncio. Se sorprendió al verlo trabajando sus tierras.
"¡Hola vecino! ¿No se vendió su rancho?"
El campesino, con una sonrisa le contestó.
"No, vecino. Después de ver el anuncio que puso, me di cuenta de que no hay otro lugar más hermoso que el mío. Aquí tengo aire puro, alimentos naturales, agua sin contaminar, una seguridad que no voy a encontrar en otro lugar. Aquí nacieron mis padres, nací yo y mis hijos y aquí me quiero morir. Aquí soy feliz. Tengo todo lo que la madre tierra me da..."
A todos los campesinos que llevan los alimentos a nuestra mesa ¡Gracias! Dios los bendiga por siempre...

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